Lourdes Casademont, agente rural: “El calor de un coche puede prender la vegetación muerta y causar un incendio forestal”

Martí Figueras
España vive uno de los peores veranos en materia de incendios forestales de los últimos años. Más de una veintena de fuegos activos, la mayoría en Castilla y León, han arrasado ya cerca de 13.000 hectáreas en apenas unos días. Esto nos da una idea de lo fácil que resulta que una chispa -o una simple fuente de calor- prenda en este escenario de calor extremo, con temperaturas que en muchos casos superan los 40 ºC y con una vegetación tan seca que se comporta como una mecha lista para arder al menor descuido.
Aunque pueda parecer extraño, una de esas fuentes de calor más peligrosas se encuentra bajo los coches de combustión interna. Sus catalizadores, sobre todo en los vehículos más antiguos, alcanzan temperaturas de entre 450 y 700 ºC, suficientes para encender la vegetación más fina y seca. “Sucede, sobre todo, con los coches más viejos, de 10 o 20 años de antigüedad, que llevan catalizadores fabricados con piezas cerámicas”, explica Lourdes Casademont, agente mayor del área de prevención e investigación de incendios del cuerpo de Agents Rurals de la Generalitat de Catalunya.

Casademont aclara que estas piezas cerámicas se deterioran con mayor rapidez cuando el coche circula por caminos con piedras o pistas rurales. “El material cerámico se desmenuza por dentro y, cuando el coche realiza algún tipo de aceleración, en un cruce o al incorporarse a una carretera, es más fácil que se desprendan partículas incandescentes”, añade. De este modo, incluso detener el vehículo unos minutos sobre hierba seca puede ser suficiente para provocar un fuego, especialmente en días de calor intenso y baja humedad.
La agente rural consultada por canal Moveo de La Vanguardia agrega que cuando una partícula cerámica incandescente entra en contacto con material vegetal muerto, es probable que se incendie, ya que su temperatura de autoignición es de unos 300 grados y no necesita llama.

Además, advierte que “cualquier material fino muerto que toque la parte inferior del coche cuando este se encuentra a una temperatura elevada es susceptible de provocar un incendio. Hacer una estimación del tiempo es complicado. Depende de la temperatura ambiente, de la humedad, etc”. Esto subraya que no hay una regla fija y que incluso breves paradas pueden ser peligrosas.
Este verano, la situación es especialmente crítica. La combinación de altas temperaturas, vientos secos y vegetación extremadamente seca ha hecho que los incendios se propaguen con rapidez, afectando especialmente las comunidades de Castilla y León, Galicia y Andalucía. El Gobierno central ha reforzado la vigilancia con más de 1.400 efectivos de la UME, decenas de aeronaves y unidades de prevención en los bosques, pero el riesgo sigue siendo elevado.

La normativa española es clara. Aparcar sobre vegetación seca en zonas forestales o rústicas puede acarrear sanciones económicas importantes. Además, si el estacionamiento imprudente provoca un incendio, la responsabilidad puede incluir consecuencias penales, ya que cualquier negligencia que contribuya al inicio del fuego de considera un acto grave.
Por lo que respecta al lanzamiento de colillas desde el vehículo, esta práctica está expresamente prohibida por el artículo 6 del Reglamento General de Circulación, que establece que “se prohíbe arrojar a la vía o en sus inmediaciones cualquier objeto que pueda dar lugar a la producción de incendios o, en general, poner en peligro la seguridad vial”.
Esta infracción, desde la reforma de la Ley de Tráfico, está catalogada como muy grave y conlleva una multa de 500 euros y la pérdida de 6 puntos del carnet. Además, si el lanzamiento de la colilla provoca un incendio forestal, el responsable puede enfrentarse a penas de prisión de hasta 6 años.
lavanguardia